Es Reina…
aunque barra su castillo imaginario,
centinelas sin voces
acompañan sus años,
le regalan sus perfumes
de azares en setiembre
y sus frutos en verano,
ella junta las hojas
tejiendo recuerdos
sobre su manta verde
que duerme sobre su espalda
bostezando memorias
a su paso.
Es Reina…
aunque barra su castillo imaginario,
un Obispo le ofrenda su nombre
mientras acaricia el asfalto
buscando sueños en otoño,
y en invierno
fantasmas sin sombras
le susurran al oído
un tiempo pasado.
Es Reina…
la del barrio
la que cortaba mis cabellos
de niño mimado,
la que me curaba
el empacho
después de un cumpleaños,
la que caminaba las siesta
mostrándome sus plantas
envueltas en geranios,
con la que me sentaba a compartir
las estrellas de atardeceres esperados,
la que me dio sus consejos
y un querer entrelazado.
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