Ya no hay nadie
con quien conversar
y un cenicero bosteza
vicios de soledad y desencuentros
perfumando con un ayer
a sueños
que ya no están
amaneciendo.
Camino por rincones
encontrando ausencias
y me disparo certezas
imaginarias,
aliento sin piel
y la poesía que
viaja por las esquinas,
luces que anuncian
un despertar
y en cada silla vacía…
la vida.
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