Frío y escarchas…
un camino lento
sobre amaneceres
sin mañanas.
Frío y escarchas…
de palomas blancas
y manos congeladas,
de pies mojados
por el rocío,
de portafolios y madrugadas.
Frío y escarchas…
de banderas al viento,
de soldados y escarapelas,
de formación y espera,
de caras heladas y pañuelos.
Frío y escarchas…
de recreos sobre gramillas
con hielo y barro
entre hamacas y toboganes
que lloraban sin motivos
mientras el sol acariciaba
sus cuerpos de metales descoloridos.
Frío y escarchas…
sobre aulas añejas
con pisos de maderas y pupitres
entre puertas gigantescas
que se abrían
y ventanas con brisas que paralizaban
anunciaban que a partir de ese momento
nadie más jugaba.
Frío y escarchas…
de vidrios empañados,
de miradas hacia el parque,
de resignación y espera,
de estar acorralado entre
el libro de lengua y el Platero.
Frío y escarchas…
de monedas,
de caramelos y figuritas,
de flores arrancadas de un cantero,
de madres en las veredas
de abrazos y besos consentidos,
de cuadernos borrados
y lápices perdidos.
Frío y escarchas…
de siestas
de tareas y tijeras,
de papeles de diarios en la mesa,
de engrudo y tapitas,
de chocolate caliente y tortas fritas.
Frío y escarchas…
de ilusiones y esperanzas
de sentimientos que parecen lejanos
y están muy cerca,
de hijos,
de nietos,
de vida,
sí, simplemente…
de la vida.