¡Che!, desperta,
vení a las veredas
entre sombras de naranjos
y juguetes desparramados,
caprichos encontrados en alguna estrella.
Sol y luna
a un inicio de carnaval
entre sus ruedas,
bombitas que embriagan las siestas
con sueños mojados,
vecinos que enamoran la espera
sobre sus frentes adornados
con siempre vivas
y parras que anuncian el final
de otro verano.
¡Che!, desperta,
vení que hay sueños
entre mis años,
nostalgia de un tal vez
entrelazado.
¡Che!, desperta,
aunque sea una fantasía
que duerme en atardeceres
de colores y cenas de aceitunas
con picadas
envueltas en frentes con sillones
que no están pero engrandecen
aquel barrio tan antiguo
como mi infancia.
¡Che!, desperta,
hermano,
porque te quiero
toma mi mano
y juga,
aunque no parezca real,
cosas de locos…
de seres humanos.
Tal cual, hermoso, gracias amigazo
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