Me desperté...
y la vi,
como siempre...
dueña del tiempo,
inequívoca,
deshojando mis sueños
con sus abrazos,
pintandome el alma
y con sus besos dulces
lograr la calma...
como náufrago que acaricia
la costa en su agonía.
Me desperté...
yo lo sabia,
como siempre...
y me volví a dormir
en la misma realidad
donde transita su ausencia.
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