En las huellas de campos...
están sus venas teñidas de cardos
y aromos,
bostezando luceros y pastos frescos
va su vida...
regalando rosarios de verbenas
entre saltos y caídas,
abrazando espaldas con sus manos
nunca frías,
deshojando cansancios en cada compañía,
anesteciando tristezas con fuego cautivos
que invitan a reverdecer
y agradecerle a la vida.
El va dejando huellas y sinfonías...
porque es el chiqui...
tan pequeño y tan robusto...
como las sombras que deja el monte
en su agonía.
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