Abro la puerta de aquella casa
sin picaporte
mientras veo su frente
adornado con los bolsillos de la vida,
entro despacio arranco un suspiro
del alma,
mientras un manojo de llaves
esclavas
sobre una mesa hablan en silencio
buscan su lugar enmudeciendo,
fotos amarillentas en una vitrina
le hacen de centinela
a la nostalgia,
engrandecen el pasado
como una manera de haber
ahorrado felicidad en momentos no olvidados.
Camino, de la mano de un ayer tan presente
mientra se desgaja de un árbol de la vida
sueños devaluados en paredes despintadas,
un rayo de sol le regala una corona de luz
a una botella de vino que ha perdido su color
en el olvido,
unas copas añejas muestran su cuerpo turbio
labios ausentes condenan su agonía,
migajas de pan sobre una mesada
oscura y fría,
un centro de mesa
navega llevando en su cuerpo
dos frutas artificales, cuatro broches y una caja de fósforos
tratando de justificar su nombre.
sigo caminando...
un pasillo me regala imagenes
de aquellos que fueron
partes de ellos...
sin saberlos,
mientras una ventana
que da al patio
abraza a la mañana con sus celosías
bailando al ritmo del viento.
giro sobre mi eje
una piesa,
una cama matrimonial con ladrillos
bajo una de sus patas
sentencian su muerte,
llevando con sigo toda
la musa de amores y cuerpos tibios,
miradas, promesas eternas
sobre noches con reproches,
pasos pequeños, saltos activos
caminatas lentas, calor y frio.
Sigo caminando
ya no describo
vuelvo sobre mis pasos
sobre esa historia
dejo mis huellas marcadas en un espejo
como una firma de lo que he vivido.
