Tú voz alimenta mis latidos,
frescuras de sueños compartidos,
huellas de un tiempo
sobre caricias y miradas
hablamos sin hablar
cada mañana,
sintiendo a cada instante
tu presencia,
extrañando besos dulces...
está tú ausencia,
locura tan hermosa
me acompaña,
diciendo a la vida
al oído:
que escucho tú voz
y no tengo frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario