Cuando la noche
se hacía lenta
y en nuestros rostros
no existían la apariencia,
cunado tus pasos se distraían
con las huellas que regalaba
el albedrío...
nunca supe la que había
en ti.
Cuando tu sonrisa se disparaba
tomando vuelo entre alondras
que soñaban primaveras
y sobre las veredas recorridas
por niños que no desesperaban
desnudando la noche
con adolescencias repentinas,
libertades y bienvenidas,
esperando para reencontrarnos
abrazando tus bahías
reposando entre tu vientre
sin mentiras...
nunca supe lo que había en
ti.
Y frente a tu mirada
que era la mía
descolgando amaneceres
atardeciendos,
gritando enmudeciendo
por no sentir tus besos,
muriendo enloqueciendo
desangrándome sin heridas
por amarte
sin tu compañía,
quizás
por no saber lo que había en ti.
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